Como sabrás las llantas son capaces de resistir el deterioro causado por las condiciones medioambientales comunes, como lo son la luz solar, humedad, entre otros; a pesar de esto, es necesario que las llantas que no se encuentren en uso sean almacenadas de una forma correcta para evitar ser expuestas a condiciones que afecten su correcto funcionamiento.
El espacio asignado debe de estar limpio, oscuro y seco.
La temperatura debe de ser moderada, no mayor a 35 °C y no muy baja, ya que esto puede debilitarla.
Si el lugar de almacenamiento es en exteriores, las llantas deben de estar protegidas por una cobertura que promueva un ambiente fresco, seco y ventilado.
Si vas a almacenar una llanta con rin, esta debe de estar inflada en su capacidad máxima (15 PSI).
Evita el almacenaje en espacios propensos a humedad, altas temperaturas, productos inflamables y objetos que puedan dañar la estructura de la llanta.
De igual manera, te recomendamos calibrar con las especificaciones que te recomienda el fabricante antes de usar las llantas que fueron almacenadas.
Al recibir una llanta nueva es necesario que se realice una inspección de forma detallada para asegurarte de que las llantas se encuentren en optimas condiciones y que estas no cuenten con un ningún daño previo.
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